lunes, 25 de mayo de 2009

PLAN CONDOR - CASO BERRIOS -coautores, complices y encubridores

El juego del tero: de canciller a candidato a la Vicepresidencia
HUGO PERMUY
Durante unas imprevistas vacaciones, forzadas por la náusea que me provocara conocer una burla castrense, o quizá debiera decirse "cívico-militar" a las "torturas" y los "crímenes de guerra", me apresté a releer "Los diez mandamientos en el siglo XXI" del filósofo y activista Savater. Tenía pensado reflexionar en torno a otra denuncia mía, sabedor que en esta "Atenas del Plata", al mensajero de malas noticias suele tratársele igual o peor que en las satrapías orientales. Es lo que nos va quedando, al interno de la Administración Pública, de "orientales tan ilustrados como valientes". Todas las garantías constitucionales, todo el marco jurídico, todos los derechos... se empantanan cuando se tocan intereses espurios, sobre todo de las corporaciones mediáticas y castrenses, o tan solo los tabúes que de ellos brotan.
Acompañé las lecturas técnico jurídicas elevando miras. Quizá, en lo personal, me "distraje" más de lo debido, confrontando las circunstancias con los aportes de Emmanuel Kant, Carlos Vaz Ferreira, y del propio Fernando Savater. Al fin y al cabo, nunca he tenido empacho en sostener que debo más a mis inconclusos estudios de Filosofía, en la vieja Facultad de Humanidades y Ciencias, que los seis años de Derecho, los que le siguieran en las cátedras de Administrativo, Comercial o Técnica Forense, y los adquiridos asociado a importantes bufetes.
Aunque refractario a todo "ismo", la experiencia -profesional y existencial, vivida a pleno- me ha convencido de la validez de algunas reflexiones kantianas. Entre ellas, que "se mide la inteligencia de un individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar"; la de su imperativo categórico: "Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio a una ley universal".
En la serenidad de unas vacaciones invernales, me entero de que -tras una indisimulable división entre los "Defensores de las leyes", televisada en vivo y directo- terminó por salir "humo blanco" del Honorable Directorio. Se arribó a una fórmula presidencial tanto o más peligrosamente digitada que la de sus competidores: "Larrañaga-Abreu". He tenido la ocasión de tratar a ambos, por lo que quisiera seguir creyendo que son agua y aceite. Al vencedor, como Intendente de Paysandú entre enero de 1992 y mi "renuncia", inexistente, falseada, como primer jerarca civil de Comunicaciones. A su segundo, en medio de los disparates que quería hacer con la señal de Canal 4, presto a sacrificarla por un suculento negociado del hoy procesado Carlos Menem.
La vicepresidencia, que desde el magnicidio de Dallas en adelante ha sido objeto de especialísimo cuidado en las democracias en serio, ha emergido aquí, tras la única interna realmente atractiva, tan bastardeada o más que las de sus competidores.
No caeré en las críticas comunes que vienen haciéndose al "doctor" Abreu, como vice de Lacalle, ministro de Industria de la devastación productiva de Batlle Ibáñez, ni de la cándida imprevisión energética, etc. En todas estas acciones u omisiones, comparte responsabilidades con otros defenestrados por las urnas.
Me centraré, pues, en el aspecto más grave de su infausta carrera: el encubrimiento, haya sido por candidez, acción u omisión, del "caso Berríos".
Volvamos a Savater: "El mayor crimen está ahora no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar". Conste que transcribe a su paisano Ortega y Gasset, por lo que ese "ahora" comprende tanto al siglo XX como al III Milenio.
No sea cosa que descienda alguna otra hermenéutica extraterrícola, como la de la imprevista "Ley de Impunidad", que -de golpe- insista en una nueva distorsión de la dimensión espacio-tiempo dentro del territorio nacional. Similar a aquella que se inoculara con la declaratoria de "la caducidad de la pretensión punitiva del Estado" (Sic), por el prurito wilsonista de no llamarla amnistía, lisa y llana. Con o sin las indagatorias prescritas por su art. 4º, que era y sigue siendo otra cosa.
Una declaratoria que, sin duda, Carlos Vaz Ferreira habría incluido en su Lógica Viva como más claro ejemplo autóctono del pensar paralógico. Una contradicción en sí misma. ¿Qué queda de un "Estado" liberal, que se confiesa imposibilitado de ejercer como "juez y gendarme"? La nada, solo vacío, aún en su más radical y reduccionista visión decimonónica. Esa que, coincidentemente, quiere resurgir de sus cenizas oponiéndose a la declaratoria del dominio público de nuestros recursos acuíferos. De ahí en más, solo la sociedad -la Nación, si así se prefiere, parafraseando al antropólogo Daniel Vidart- fue quien sobrevivió a esa especie de suicidio político del gobierno, sintiendo desde entonces los dolores de parto de una nueva República.
Aunque pudiera discreparse con la numeración y datado que, desde estas páginas, ha aportado el Prof. Flores Silva, su alusión al derrumbe de nuestra "5ª. República", me resulta una idea clara y distinta. Algo fermental. Ella padece, cuando menos, de rigor mortis, si es que no está para reducción.
Uruguay se ha ido viendo sacudido -en plena "democracia"- por una serie de muertes harto sospechosas. Entre ellas, la del agente pinochetista del Plan Cóndor, eliminado en la "Costa de Oro"; la del "suicidio" de Villanueva Saravia; deceso violento que durante meses augurara su paisano, frustrado diputado arachán, el entonces Director de Comunicaciones, a quien quisiera oírle. Y, por qué callarlo, también el de mi mejor y más leal colaborador en la DNC, con su "suicidio", en agosto del 93: el Ing. Luis Melide. Una de las mentes técnicamente más brillantes que haya tenido nuestra radiodifusión.
En el "caso Berríos", la gestión del entonces canciller de Lacalle resulta paradigmática. El "dotor" Abreu, haya sido por impericia, negligencia o dolo, concurrió a la primera gran puesta en escena de una burda falsificación documentaria y testimonial, ante el pleno del Senado. Luego vendrían otras: mi renuncia, que nunca presentara, y que fuera "aceptada" por mí --hasta entonces-- socio, a poco de asumir como ministro del Defensa; el "affaire FOCOEX" (con un informe de ANTEL al Parlamento que, estando en misión Washington, en setiembre del 96, me enterara que también fuera falseado), etc. La última perla de esas casuales "inexactitudes": la desaparición del famoso folio 47 del Informe del BCU.
En suma, en todo lo mismo: chicanas más chicanas, simulaciones sobre simulaciones, para no querer ver la desnudez del Rey. Ninguna siquiera demasiado sofisticada. Solo sirven para quienes se encuentren predispuestos a creérselas. Los manipuleos mediáticos pueden facilitar el consumo de estas drogas, como lo han venido haciendo, pero todo tiene un límite. Aunque se gastaran millones publicitando que "la cicuta refresca mejor", su fracaso -sigo pensando- estaría asegurado.
Con tan riesgosa selección, creo que se devaluó la "victoria" nacionalista sobre el "lacayismo". Si por algún momento la inmensa mayoría silenciosa, no votante, pudo abrigar alguna confianza de renovación por esa "marejada wilsonista", que -parafraseando al Dante- pierda toda esperanza. El "dotor" Abreu, en vez de sumarle fuerza, restará energías a la candidatura presidencial del "Guapo". Desnuda, detrás del reciclado y proclamado "progresismo", un riesgo mortal para la República. Es más, por qué no barajarlo -al menos como hipótesis de trabajo, al modo de Clavius- aún para la salud misma del exitoso sanducero.
En suma, si Larrañaga llegara a la Presidencia, gracias a una "sociedad de facto", tan parecida a la que encumbrara la fórmula Kennedy-Jonhson, que nadie descarte que su mandato pudiera verse bruscamente interrumpido.
Desde aquellas aciagas jornadas de mediados del 93, en la que fuera testigo privilegiado del ir y venir de las principales figuras del nacionalismo, ocupando el sillón del Dr. Herrera en su despacho senatorial (no atornillado, como su silla), percibí -y no tuve reparos en decirlo, a quien quisiera o no escucharme- que aquel fax era trucho. Y efectivamente lo era.
En palabras de Savater, "Hay mentiras que son graves y dañinas para la mutua confianza de una sociedad. Son las que entran en el contexto oficial, por ejemplo las del político, las del periodista... o del maestro que tiene que educar. Éstas son las mentiras peligrosas, las que no pueden ser pasadas por alto... Lo importante es que no sean utilizadas para ir en contra de la justicia, el interés público o individual".
Corrían tiempos difíciles, en los que el Coronel y su tío, habían llegado a maquinar, meses antes, un "Golpe de Estado" –digámoslo: “técnico”- contra el "Presidente Lacalle". Me cupo abortarlo; aunque volví a pagar cara, muy cara, mi lealtad por la legalidad y la institución "Presidencia". Pero esa es otra historia. *
LA REPUBLICA, Sábado, 24 de julio, 2004 - AÑO 10 – N.º1542


http://www.larepublica.com.uy/editorial/148530-el-juego-del-tero-de-canciller-a-candidato-a-la-vicepresidencia

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